lunes, 4 de febrero de 2013

La ruleta de la vida


El otro día fui al casino. Ese lugar siempre produce en mí sentimientos contradictorios. Según entras, el ambiente del juego te fascina, se respira la tensión del juego y te ves inmerso en un ciclo sinfín de apuestas en el que te crees Rappel, y solo aparecen por tu cabeza visiones de números, rojos, negros, pares, docenas… Suele haber fortuitos aciertos en los que confirmas tu capacidad innata para predecir el futuro y es en ese momento de euforia en el que te animas incluso hasta a pedir unas copas para ti y para todo el que te acompañe, creyendo que esto es solo el comienzo de la noche de tu vida. Y ese coctel explosivo de euforia mezclada con alcohol y con el ansia de ganar sin límites, convierte tus pequeñas corazonadas en apuestas arriesgadas. El dinero pierde valor, y se convierte en un juguete en forma de fichas con el que te desenvuelves como pez en el agua. Sin embargo, exceptuando golpes de suerte puntuales y coincidencias esporádicas, la historia no tiene final feliz: acabas saliendo por donde habías entrado, sin el dinero que traías y prometiéndote no volver.

Pero, volviendo a mi día de ayer, nos encontramos que había torneo de Póker, por lo que el casino estaba aún más lleno de lo habitual. Y en medio de las mesas, las fichas, la ruleta, el Blackjack y los croupieres llamó mi atención una zona en la que se indicaba: “Cuéntanos tu “bad beat: 2 euros.” Me acerqué con curiosidad y me enteré de que el bad beat es una apuesta en la que lo tienes todo a favor para ganar y acabas perdiendo en el último momento contra una mano mucho más débil. El lugar estaba abarrotado. La gente necesitaba hasta tal punto contar lo que le había pasado, que incluso estaban dispuestos a esperar una fila y a pagar por ello. La gente necesitaba de algún modo expresar sus pérdidas, sus sentimientos, reproducir la situación que acababan de vivir para tratar de encontrar el error que hubiera podido cambiar el desenlace, en un intento desesperado de sentirse mejor al compartirlo con alguien.

Me di cuenta de que eso es lo que pasa también fuera del póker. Todos estamos deseosos de contar las buenas y las malas jugadas de nuestras vidas. Algunos escriben canciones, poesías, cartas que nunca se envían, correos electrónicos o columnas periodísticas. Otros, nos conformamos con rodearnos de amigos que ejerzan de psicólogos improvisados. Nos basta con que nos escuchen, con transmitir lo que nos va sucediendo y poder revivir una y otra vez esos momentos, con la esperanza de encontrar a alguien que haya pasado algo similar para contrastar opiniones y sentimientos. 
Por eso, me decidí a crear este blog. Para contar mis bad beats, mis alegrías, mis reflexiones, mis aventuras. Para que me contéis las vuestras. Para hablar de las grandes pequeñas cosas de la vida. Para que, durante un rato cada día, vayamos juntos a cualquier otra parte.


1 comentario:

  1. Genial post! hacer comparaciones de la vida , del amor, con el casino y los juegos es lo más verdadero que hay ..algunas veces he escrito sobre eso .. nunca mejor dicho da mucho juego.
    Seguiremos y compartiremos esas bad beats!
    Good luck en todas las apuestas de la vida!

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